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Trabajar en una estación de servicio local ha sido una experiencia interesante para mí. La mayoría de las personas podría pensar que es un trabajo mundano, pero he descubierto que cada día trae sus propias sorpresas y lecciones. Lo que nadie sabe es que detrás de mi uniforme de trabajo, que no permite que se noten mis curvas, se esconde un secreto que muy pocos conocen: tengo un cuerpo espectacular.
El uniforme de la estación de servicio es bastante sencillo: una camiseta holgada y pantalones oscuros. Fue diseñado para la comodidad y la practicidad, pero no deja mucho margen para que mi figura se destaque. Y la verdad es que eso está bien para mí. Cuando comencé a trabajar aquí, decidí que no quería que mi apariencia física fuera el centro de atención. Prefería que la gente me conociera por mi amabilidad y mi disposición para ayudar a los clientes en lo que necesitaran.
Pero, a veces, me siento como si llevara un disfraz invisible. A lo largo de los años, he notado miradas fugaces y comentarios de algunos clientes, especialmente los hombres, que intentan adivinar cómo es realmente mi cuerpo bajo este uniforme. Pero, en general, la mayoría de las personas simplemente me ven como la chica amable de la gasolinera, y eso es exactamente lo que quiero.