Karla fue madre desde los 14 años y ahora tiene 5 hijos que mantener vendiendo mazapanes

La pobreza en México sigue siendo una realidad pendiente de resolver, afectando de manera particular a los niños. Este es el caso de Karla Sugey, una mujer de 30 años que se convirtió en madre a los 14 y ahora tiene cinco hijos, entre ellos Zoé, una niña de 7 años que, al igual que sus hermanos menores, no sabe leer ni escribir. Karla lucha sola para sacar adelante a su familia vendiendo mazapanes.

La situación de Karla se repite en su hija de 13 años, Lizbeth Judith, quien recientemente tuvo una bebé de tan solo 10 días de nacida. La familia también está compuesta por Jesús de 16 años, Sergio Yael de 12 y Luis Ángel de 8. Actualmente viven en la colonia Leticia Herrera en una casa prestada, marcada con el número 249 en la calle Uria, sin electricidad, uno de los servicios básicos indispensables.

Antes, vivieron en la colonia Rubén Jaramillo donde pagaban renta. Sin embargo, al enterarse de unas casas invadidas en la colonia Casa Blanca, se mudaron. La constante mudanza y la falta de recursos han impedido que los niños asistan regularmente a la escuela, afectando significativamente su desarrollo personal y académico.

Karla Sugey explica que la pobreza los ha colocado en una posición de vulnerabilidad, impidiendo disfrutar de sus derechos y participar plenamente en la sociedad. Tras separarse del padre de sus hijos, quien se los quitó momentáneamente, ella logró recuperarlos, pero él no brinda apoyo económico constante. "De repente viene y me da algo, por eso tengo que trabajar vendiendo mazapanes", dice Karla.

Karla se dirige con sus hijos alrededor de las 11:00 de la mañana a vender mazapanes cerca del Aeropuerto de Torreón, donde la gente es más solidaria que en Gómez Palacio. Además, a veces trabaja barriendo casas o lavando ropa ajena. Regresan a casa al anochecer, a veces con 300 pesos y en días buenos, hasta con 600. "Es poco, pero con eso y lo que nos dan de comida, sobrevivimos", comenta Karla.

Actualmente, sus hijos no asisten a la escuela porque está muy lejos, pero Karla intenta hacer el traslado necesario para que los acepten. Además, planea presentarse el lunes a trabajar en una fábrica en el área de limpieza, donde ganará mil 100 pesos, lo que la obligará a dejar a los más pequeños al cuidado de Lizbeth Judith.

Karla evita acudir al DIF por temor a que le quiten a sus hijos. "Dicen que ahí le quieren quitar a uno las criaturas", explica.

Briana Zoé, con su carita angelical y ojos verdes, tiene las manos agrietadas por la resequedad, atribuyendo el problema al ambiente frío. Aunque le gustaría mucho ir a la escuela y aprender a leer, la distancia es un obstáculo. Cuando se le pregunta qué le gustaría ser de grande, responde con ilusión: "maestra o doctora".

La historia de Karla Sugey y su familia es un reflejo de la dura realidad que enfrentan muchas familias en México, resaltando la necesidad urgente de apoyo y soluciones para combatir la pobreza y garantizar el acceso a los derechos básicos y la educación para todos los niños.

 

 

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